“Coatzacoalcos, la gran ciudad petrolera, pasó de la prosperidad a la violencia mientras la industria caía en pedazos. El Corredor Interoceánico, una promesa de más de 100 años, prevé regresar a sus pobladores la bonanza perdida. Del otro lado de la historia esta Puente Madera, una comunidad binizzá dedicada a la venta de totopos que se opone al tren y a los parques industriales en el Istmo de Tehuantepec, donde las empresas eólicas solo han dejado de extractivismo y despojo” escriben Rodrigo Soberanes y Pedro Matías en el reportaje “Coatzacoalcos y Puente Madera: Dos caras de la moneda del Corredor Interoceánico”.
Primero presentan Coatzacoalcos Veracruz, uno de los polos extremos que conectara al corredor interoceánico con la costas oaxaqueñas en el istmo de Tehuantepec. La derrama económica que sostuvo por muchos años a esta ciudad, provenía en gran medida de la producción de Petróleos Mexicanos (Pemex), quienes comenzaron con la construcción de una planta productora de derivados del petróleo y terminaron cuando explotó por segunda vez. Un 20 de abril de 2016 en la planta Clorados III del Complejo Petroquímico Pajaritos, y que causó la muerte de 32 trabajadores y lesiones a 130 obreros más, afectando un área de 2 mil metros cuadrados.
“Éramos como la Arabia Saudí de América Latina”, dijo Carlos, un poblador en el malecón de la ciudad. Lo dice porque después llegaron las plantas petroquímicas Cangrejera y Morelos, que moldearon definitivamente el paisaje de la ciudad con sus grandes torres, sus mecheros para el desfogue, la quema de sustancias tóxicas, sus miles de trabajadores uniformados y bien remunerados. Inmuebles que poco poco fueron abandonados cuando la producción cayó y la violencia se agudizó. “En lo cotidiano han sido homicidios a la luz del día en lugares como la zona turística del malecón, asesinatos de periodistas, desapariciones o masacres como la de agosto de 2019 en el bar Caballo Blanco”, escriben los periodistas.
Ahora comienzan a llegar las primeras piezas como pedazos de muelles, vagones de tren al Corredor Interoceánico, lo que hace pensar a los pobladores de Coatza que volverán los buenos tiempos y la paz en una región empobrecida y violenta.
La otra cara de la moneda, es la defensa del territorio que ha emprendido la comunidad zapoteca de Puente Madera contra un polo de desarrollo (de los 10 que conformaran el corredor interoceánico) que se pretende construir en sus terrenos comunales dañando gravemente la vegetación y biodiversidad de la zona, conocido localmente como “El Pitayal”.
El gobierno federal informó que dentro del megaproyecto interoceánico está contemplado instalar 10 parques industriales en una extensión de tres mil 378 hectáreas, cinco en el estado de Veracruz y otros cinco en Oaxaca; están contemplados el de Matías Romero (389 hectáreas), Ciudad Ixtepec (440.87); Santa María Mixtequilla (502.72), Salina Cruz (82.09) y San Blas Atempa -Puente Madera- de 334.31 hectáreas.
El caso de Puente Madera no es raro, en otros municipios los pobladores se han opuesto al Proyecto Interoceánico. En varios casos se ha denunciado la imposición del proyecto y la simulación de asambleas. Incluso, los pueblos de Santa María Mixtequilla y Ciudad Ixtepec lanzaron una campaña que ha unido las luchas bajo el lema: “El Istmo es Nuestro”.
“Ahora quieren poner un parque industrial en tierras comunales pero nosotros no queremos porque somos gente campesina y no nos conviene ese parque, luego son gente extraña, no sabemos qué gente va a llegar y nosotros estamos acostumbrados a estar libre, salir y entra la hora que nosotros queremos para ir por leña, cazar iguana, conejos”, dijo en entrevista doña Rosalba, habitante de la comunidad.
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