La revolución de Rojava surgió en Kobane, en el Kurdistán sirio, el 19 de julio de 2012, impulsada por un compromiso inquebrantable con la liberación de las mujeres. El movimiento rápidamente atrajo la atención mundial, en particular después de su decisiva victoria contra el Estado Islámico (ISIS) en 2014, dijo la periodista Nûjiyan Adar, sobre el 12º aniversario de la revolución, añadiendo que su mezcla única de ideales democráticos, medioambientales y feministas ha sentado un precedente para la transformación social, con las mujeres a la cabeza en todos los ámbitos.
Las mujeres no fueron sólo participantes, sino artífices del cambio, influyendo en ámbitos que van desde la economía y la cultura hasta la autodefensa y la diplomacia, afirmó Adar. “Su liderazgo y resiliencia han inspirado a comunidades de todo el mundo, demostrando que la lucha por los derechos de las mujeres está intrínsecamente vinculada a la lucha por una sociedad justa”, escribió.
La experiencia del “confederalismo democrático” despegó hace doce años y es una idea de sociedad que desde entonces ha convencido incluso a quienes no son kurdos, pero que igualmente sueñan con una sociedad igualitaria, libre y democrática, donde las mujeres, y no solo los hombres, sean protagonistas de la vida social, cultural, política y militar.Conceptos que especialmente en esta parte del mundo parecen provocadores y blasfemos, sobre todo porque cuestionan claramente los sistemas teocráticos, patriarcales y dictatoriales establecidos.
Así, el pueblo de Jinwar, que en kurdo significa “aldea de las mujeres”, es un símbolo de los logros conseguidos a lo largo de los años. El 10 de marzo de 2017, unas seiscientas mujeres se presentaron en este trozo de tierra, se arremangaron y empezaron a trabajar para construir Jinwar. Y lo consiguieron.
Hoy, mientras la Fuerza Aérea turca continúa haciendo llover muerte sobre la valiente población de Rojava, al tiempo que amenaza con renovar y completar el exterminio que sus mercenarios de ISIS comenzaron, corresponde al mundo exterior recordar lo que está en juego, afirma por su parte el internacionalista Thoreau Redcrow.
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